La Vida Madre

El miedo al parto es aprendido y lo puedes desaprender

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Miedo al parto

El miedo al parto es aprendido y lo puedes desaprender

El miedo al parto es aprendido y lo puedes desaprender

Mi abuela parió sola a uno de sus hijos mientras trabajaba en el campo. Cuando sintió que era el momento se retiró debajo de un árbol, apoyó sus manos en el tronco, apretó los dientes y parió. Poco después llegó la comadrona y la ayudó con todo lo demás. Pero el parto se adelantó a lo previsto y se vio sola. 

 

Sesenta años después lo contaba tranquila, con naturalidad. No parecía haberse asustado en aquel momento, ella sabía cómo hacerlo. Había ayudado a sus vecinas a parir desde que era pequeña, así lo hacían las mujeres en el pueblo; había visto a sus animales parir y los había atendido; y además no era su primer parto. Mi abuela confiaba en su poder mamífero, conocía su cuerpo y en cualquier caso no tenía muchas más opciones. Por dónde vivía, por los tiempos que eran, por la vida que llevaba…

Afortunadamente hoy las cosas han cambiado mucho y tenemos multitud de opciones para
ayudarnos, sin embargo, parece que el miedo al parto ha crecido y no al contrario.

El parto es un acto involuntario. Va a suceder, y lo hará como respuesta a señales internas de tu cuerpo, desencadenadas por el cerebro de tu bebé y de la cascada hormonal que se genera a continuación. Poco podemos hacer para controlar eso. El parto es como un baile a dos entre el cuerpo del bebé y el cuerpo de la madre. Las reacciones de uno influyen al otro y viceversa. Sin embargo, dentro de ese escaso margen que tenemos para influir, el miedo puede jugarnos una mala pasada y es desgraciadamente una de las emociones que más rodean las fantasías de parto de muchas mujeres embarazadas.

Para entender un poco más cómo afecta el miedo vamos a profundizar un poco sobre los aspectos psicológicos que suceden cuando una mujer está en lo que llamamos amorosamente el “planeta parto”.

 

A nivel psicológico el parto es un momento cerebral distinto a cualquier otro que tenemos en nuestra vida. Distinto a la vigilia y distinto al sueño. Es un momento en el que el neocórtex (la parte racional del cerebro) debería influir lo menos posible, ya que los mecanismos que intervienen directamente en el parto vienen orquestados por el cerebro límbico (la parte más primaria, mamífera e instintiva). Esta parte es la que compartimos con el resto de animales y la primera que desarrollamos como especie. Es sin duda nuestra parte más sabia, aunque a veces la cortamos enredándonos en pensamientos, razonamientos, deducciones, análisis de posibilidades… y eso mismo es lo que hacemos en los momentos anticipatorios al parto. Tratamos de controlar qué podría pasar y cómo reaccionar, qué podría ir mal y cómo subsanarlo, pero ese no es el camino más efectivo. Eso sólo nos desconecta del cuerpo y nuestra parte emocional. 

El cerebro límbico, como ya te estarás imaginando, baila con el placer y el miedo de manera directa. Los escucha y desde ahí manda señales muy poderosas a todo el cuerpo. Cuando sientes placer tu cerebro límbico le dice a todos tus órganos “Relajaos, estamos a salvo, disfrutad y dejaos llevar con más libertad”. 

 

En cambio, cuando sientes miedo tu cerebro límbico interpreta que hay un peligro, una situación potencial de la que huir y le dice a tu cuerpo algo así como: “Prepárate, probablemente tengamos que huir rápido en algún momento, no hagas nada que te pueda entretener”.

¿Te imaginas parir con miedo? Es como hacer un nudo dentro del cuerpo y mandar dos mensajes contradictorios al mismo tiempo. Ninguna mamífera daría a luz a su cría frente a su principal depredador. Tú tampoco, y cuando tienes miedo al parto de algún modo tu cuerpo interpreta que hay un potencial peligro para ti o tu bebé cerca. Consecuentemente el parto se frena, traduciéndose en más dolor, menor efectividad de la epidural, dilataciones más largas o expulsivos más difíciles entre otras cosas. Incluso hay estudios que indican que las mujeres con miedo en el momento del parto tienen más probabilidades de necesitar una cesárea de emergencia. 

Pero tranquila, el miedo al parto es aprendido, mi abuela y la tuya probablemente no lo sintieron, así que nosotras podemos desaprenderlo. Para ello tenemos que empezar por hacerle espacio. Entender qué quiere decirnos ese miedo, mirarlo de frente y abrazarlo. 

 

Normalmente el miedo al parto nos viene a decir que no conocemos cómo sucede este momento de la vida sexual de la mujer. El primer parto que solemos ver es el de nuestro propio bebé. ¿Cómo no vamos a tener miedo ante una situación tan intensa y desconocida? Para combatirlo llénate de historias positivas de parto. Busca relatos positivos, videos de partos respetados, conoce la biomecánica del parto y no olvides por favor las fases psicológicas y los procesos emocionales implicados. Busca variedad en esos relatos. Recuerda que un parto positivo no depende de que sea un parto con o sin epidural, por cesárea o vaginal. Un parto respetado y hermoso depende de cómo de empoderada se siente la mujer cuando todo termina. Porque sí, el parto puede y debe ser uno de los momentos más poderosos que vive una mujer. 

Huye de las historias de violencia obstétrica que se crucen en tu camino. Desgraciadamente existen profesionales que la ejercen, pero la realidad es que son menos de los que a veces puede parecer. Lo que sucede es que es necesario denunciar y dar voz a esas situaciones para que lleguen a cero. Pero no es tu momento ahora de entrar en esa parcela. Si lo haces puedes llegar a confundir posibilidad y probabilidad dentro de tu cerebro más emocional. Es decir, puedes pensar que algo que puede pasar (la violencia obstétrica) es lo más probable (cuando no lo es). Si tienes oportunidad habla con sanitarias y sanitarios del lugar donde vayas a parir. Lee los protocolos y prepara un buen plan de parto en el que señales cuáles son tus prioridades más importantes. Así no tendrás que preocuparte de eso el día del parto y te será más fácil confiar y dejarte llevar. 

Quizás tu miedo al parto tiene que ver con el miedo al dolor. Hemos visto en películas escenas de expulsivos donde la mujer grita retorciéndose de dolor o soltando toda clase de insultos y maldiciones a sus acompañantes como desahogo. Pero esto no es representativo de nuestra fisiología. El útero es un órgano de placer. La naturaleza es sabia y no dejaría algo tan importante como la conservación de la especie en manos de mecanismos desagradables. Sólo tienes que pensar que cuando un parto es inducido se utiliza oxitocina sintética, la hormona comúnmente llamada hormona del placer. 

¿Pero entonces por qué todas las mujeres cuentan que es doloroso parir? Pues ciertamente es un proceso que duele, pero el propio cuerpo genera el baile hormonal necesario para anestesiar la sensación de sufrimiento y que no sea un dolor tan fuerte como muchas mujeres describen. Es precisamente el miedo el que inhibe este baile hormonal y hace que las contracciones se sientan con un dolor mayor al que se sentirían si sólo nos dejáramos llevar por nuestro cerebro emocional. 


Aquí nuevamente puede ayudarte conocer los procesos emocionales que intervienen en el parto y atender tu miedo con antelación, para que el día que nazca tu bebé no te juegue malas pasadas. Pregunta a otras mujeres qué es lo que más les ayudó, concéntrate en experiencias que a ti te puedan ayudar a encontrar paz y liberar oxitocina: una ducha, música relajante, caricias de tu pareja o acompañante, luz tenue… y por supuesto pide toda la ayuda que necesites. Las psicólogas perinatales también estamos para esto y podemos encontrar contigo herramientas adecuadas para ti. El hipnoparto por ejemplo es una herramienta muy útil, pero no es la única ni es para todo el mundo. 


Hay un sinfín más de opciones para que puedas decirle al miedo “no te preocupes, puedo parir, sé parir, no tenemos que huir de este momento”. 

Celia Acero Pereira

Psicóloga perinatal y psicoterapeuta.

@celiaacerop

www.psicologiaytribu.com

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