El sueño es un proceso activo, necesario, periódico y complejo. Es la actividad en la que más horas invierten, así como una de las más importantes e, igualmente, sobre la que más dudas generamos. Una de las preguntas comunes es al respecto del uso o no de almohadas en las cunas, cohechos o camas de nuestros pequeños.
Según la Asociación Española de pediatría, la recomendación es clara: No usar almohadas en nuestros bebés hasta, aproximadamente, los dos años de vida. Las razones son varias, siendo la más principal anatómica: La cabeza de nuestros bebés es mayor en proporción que sus hombros y el resto del cuerpo, por lo que si usamos una almohada provocaríamos una posición forzada y anti-natural del cuello, ya que la almohada tanto en niños como en bebés tienen un objetivo claro: alinear la cabeza con el resto del cuerpo para favorecer el descanso.
Igualmente va de la mano de otra recomendación muy importante: No dormir boca a bajo para evitar la muerte súbita. Si nuestro bebé se gira en la noche podría faltarle el oxígeno a causa de la almohada.
En caso de que comencemos a utilizar almohada, para que sea adecuada debe cumplir ciertos requisitos:
- Fina: A medida que vayan creciendo aumentaremos el grosor, siempre respetando la alineación de la cabeza de la que hemos hablado previamente.
- Firme, transpirable e hipoalergénica.
- De la misma longitud que la cama, por si se mueve durante la noche.
- Con funda extraíble para poder lavarla.
Por lo tanto, no debemos usar almohada con nuestro bebé hasta que realmente empiece a necesitarla, proceso que como hemos dicho comienza aproximadamente a los dos años de vida. Que nuestro bebé no duerma con almohada no significa que dejemos de lado otros elementos importantes como dormir boca arriba e ir cambiando la posición de su cabeza al dormir de un lado a otro para evitar deformidades craneales.
Natalia Povedano
Fisioterapia y Osteopatía
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