Hay mujeres que tienen muy claro que quieren y desean ser madres. Otras que simplemente dan por hecho que lo serán. Hay mujeres que lo desean, pero no encuentran el momento, o la persona, o el contexto adecuado para serlo. Las hay que lo desean y no logran serlo. Y hay mujeres que no saben si quieren y que dudan durante tiempo y lo hacen en silencio, porque de ellas no hablamos, porque dudar no está contemplado.
La maternidad se da por sentada. Ser mujer adulta implica ser madre en algún momento o, al menos, querer serlo. Porque la maternidad está dentro de esos deberías que la sociedad impone a las mujeres cuando nacemos. Y esto no va de señalar si está bien o mal, va de mirar hacia otros lados y de pensar en qué sucede cuando algo que se da por sentado sientes que no es para tí. O que quizá sí aunque no así. O que tienes miedo de perdértelo o, incluso, que tienes miedo de perderte en la maternidad.
Y es que el foco quizá no esté tanto en saber si quieres o no ser madre, si no en detectar esos motivos que te llevan a dudar, a preguntarte y a analizar si el problema eres tú, es la maternidad o es el contexto. Y es que quizá todo sería más fácil si pudiéramos hablar alto y claro de las dudas, renuncias y miedos que entraña la decisión de ser o no mamá.
Porque chicas, las dudas hablan de que tenemos la capacidad de pensarnos, de la capacidad de ser críticas con nosotras, con los demás, con el contexto. Y quizá, si sintiéramos permiso a decir en algo las dudas que tenemos sentiríamos menos culpa y más alivio, recibiríamos más “te entiendo tía” y menos “¿y tú para cuándo?”.
Y aunque con unas pocas palabras dudo que consiga sacarte del enredo que sientes ante esta posibilidad de cambio vital tan sumamente relevante, voy por lo menos a ofrecerte algunas preguntas que quizá te sirvan de algo, y quizá no, pero que te ayuden a reflexionar activamente no sobre qué quieres hacer, pero sí sobre qué es lo que te hace dudar:
- ¿En qué momento empezaste a plantearte tu posición respecto a la maternidad?
- ¿Qué factores crees que influyeron en que empezases a pensarlo?
- Si te proyectas en 5 o 10 años, ¿visualizas la presencia de niños?
- Las dudas, ¿de qué te hablan?
- Las certezas, ¿qué te dicen?
- Cuando piensas en ser madre, ¿qué sientes? Presta atención a eso que te dice tu cuerpo, no tu cabeza.
- Cuando piensa en no ser madre, ¿qué sientes? Presta atención a eso que te dice tu cuerpo, no tu cabeza.
La decisión de ser madre es un hecho que te cambia la vida, es de las decisiones más difíciles que hay porque, a diferencia de otras, una vez lo decides, logres o no ser madre, ya no hay marcha atrás. Y esto da mucho miedo. Da vértigo. Y tener miedo ante un cambio no solo es normal, es que es muy humano.
Quizá si el contexto sociolaboral y cultural entendiese más la relevancia de cuidar y maternar, más mujeres seríamos madres.
Quizá si el sistema laboral se adaptase a la evidencia de que es imposible trabajar 8 horas al día y a la vez cuidar, menos mujeres sentirían que si eligen ser madres, eligen renunciarse.
Porque muchas veces en terapia llegamos a la conclusión de que el problema no está en el hecho de ser madre, si no en la evidencia de que maternar en este contexto, con estas expectativas y con una exigencia a ser perfectas en cada uno de nuestros roles supone un reto inalcanzable que muchas mujeres se sienten incapaces de asumir.
¡Ay! Qué diferente sería decidir sin miedo a decir que cada renuncia asusta. ¡Ay! Qué diferente sería decidir si sintiéramos que los cuidados están repartidos. ¡Ay! Qué diferente sería decidir si pudiéramos hablar en alto de las dudas sin miedo a sentirnos juzgadas.
¡Ay! Qué diferente sería decidir si desde pequeñas sintiéramos que la opción de no ser madres es tan válida como la de serlo.
Andrea Rueda Granero
Psicóloga, sexóloga y especialista en Salud Mental Perinatal
@dedoloresygloria
