La Vida Madre

Cuidando a las Madres

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Cuidando a las Madres

La idea de que las madres altamente competentes y profesionales necesitan ser mimadas en todo momento puede parecer extraña, pero es cierta.

Investigaciones sobre la resiliencia han demostrado que para que una mujer pueda ser una madre eficaz, debe recibir cuidados continuamente, especialmente cuando se encuentra bajo un nivel de estrés diario elevado. Especialmente, las madres con un nivel de estudios alto pueden tener un grado elevado de estrés, por varias razones.

Primero, los datos demográficos muestran que, con el tiempo, ha habido un aumento considerable de las horas dedicadas al cuidado y actividades de los hijos, siendo a su vez inferior en las madres que no tienen estudios y curiosamente también en las parejas en la que los dos tienen un buen nivel de educación.

Segundo, un nivel de inteligencia más alto puede ser un arma de doble filo para el bienestar psicológico. Sin duda proporciona buenas habilidades para resolver problemas, pero al mismo tiempo, un nivel de inteligencia verbal alto suele estar vinculado a profundas reflexiones y a mayores preocupaciones.

Finalmente, está el contagio del estrés familiar. En general, las madres con un nivel de estudios alto tienden no solo a cuidar de sus hijos, sino también de otros adultos como sus padres, abuelos y sus propias parejas. Estamos hablando de una gran dedicación a otros, de ahí nuestra pregunta: ¿quién cuida de la madre? Para muchos, la respuesta es nadie, al menos no de manera regular.

Cuidando a los que nos cuidan: Grupos de apoyo para madres médicas.

Al concluir que las mamás, al igual que sus hijos, necesitan «tener una tribu», se propuso crear una red de apoyo para madres trabajadoras, en este caso probando la intervención con médicas, que a su vez son también madres. Éstas eran mujeres que trabajaban en un centro de atención médica de primer nivel en los EE. UU., La Clínica Mayo, en Arizona.

¿Por qué trabajar con este conjunto de madres? Porque más allá de los riesgos que pueden sufrir las mujeres con estudios altos, señalados anteriormente, estas madres tienen un riesgo muy alto de agotamiento. Por ejemplo, los estudios han demostrado que los médicos tienen un mayor riesgo de depresión y suicidio que el resto de la población. Este riesgo es más pronunciado en las mujeres que en los hombres, y aún más entre las que son madres.

Se creó un programa de tres meses, que incluía sesiones de grupo semanales de una hora en la Clínica Mayo, en Arizona. Los administradores del hospital dieron una hora de tiempo libre a aquellos que se inscribieron en el estudio. Durante tres meses, una mitad de las mujeres fueron asignadas a asistir semanalmente a un grupo llamado «Grupo de Auténtica Conexión«, y la otra mitad, que serviría como grupo de control, tenía esa hora libre y no asistían al grupo.

Los resultados de esta intervención fueron alentadores en muchos niveles. Para empezar, no hubo ningún abandono en esos tres meses. Aunque durante esa hora de tiempo libre  la asistencia a los grupos semanales no era obligatoria, todas las mujeres inscritas participaron hasta el final.

Además, las evaluaciones de la investigación mostraron mejoras importantes en el aspecto psicológico y biológico. En comparación con el Grupo de Control, las mujeres del programa de “Auténtica Conexión” mostraron, en esos tres meses, grandes mejoras en relación con la depresión y los niveles de angustia. Es más, las evaluaciones de seguimiento, después de los tres meses de programa, mostraron diferencias entre los dos grupos, no sólo en relación con la depresión y la angustia, sino también sobre todas las demás variables como el estrés parental, la autocompasión, el sentirse querido y el afecto físico. Las participantes también mostraron más reducciones en los niveles de cortisol (un indicador bioquímico del estrés) que las madres que usaban la hora libre en lugar de asistir al programa.

¿Por qué estos resultados tan positivos? Principalmente porque el objetivo central de ACG (Grupo de Auténtica Conexión) era promover el desarrollo de relaciones cercanas y de apoyo mutuo entre las madres con un nivel de estrés alto y con horarios excesivamente estrictos. Igual que los niños necesitan recibir una aceptación incondicional, también lo necesitan sus madres.

Por ello, en el programa ACG se enfocan en desarrollar y fortalecer lo que llaman «comités de asistencia» para cada mujer: con dos adultos como mínimo (no cónyuges o parejas) con quienes generalmente se sentían cercanos y seguros.

A medida que los temas se iban compartiendo en las sesiones de grupo cada semana, las madres también los compartían con sus compañeros del comité. Con el tiempo, los grupos brindaron consuelo, consejos cuando era necesario, y poco a poco fueron construyendo lo que las participantes describieron como una «manta de amor» o una «hermandad secreta«. En resumen, al final del programa de tres meses, cada mujer había desarrollado una gran cercanía no solo con otras madres en su entorno laboral, sino también a nivel personal con al menos otras dos o tres mujeres.

Curiosamente, el programa ACG tuvo sus raíces en una intervención similar desarrollada previamente con mujeres en el extremo opuesto del espectro socioeconómico: mujeres de bajos ingresos que estaban en tratamiento por adicción a la heroína.

Al igual que con ACG, sus grupos se situaban en un entorno en el que estaban ya presentes en su vida cotidiana, en este caso, en sus clínicas de metadona. Y al final de la intervención, los resultados confirmaron beneficios significativos no sólo en relación a la depresión y la angustia, sino también en los comportamientos parentales.

Desde la finalización del proyecto Mayo del año pasado, se ha ejecutado con éxito el programa ACG con varios otros adultos en situaciones de alto estrés, incluyendo a militares veteranos, estudiantes universitarios, así como mujeres en las ramas de Ciencia, Tecnología e Ingeniería y Matemáticas (CTIM), y ahora se está trabajando con maestros en escuelas de alto rendimiento. En todos los casos, los grupos formaban parte de la vida diaria de estos, incluidos sus lugares de trabajo, clínicas locales y entornos escolares.

Cada vez más, los lugares de trabajo en los Estados Unidos están poniendo énfasis en los programas de bienestar, y con los resultados positivos conseguidos en el ACG, esperamos utilizar este enfoque de una forma más amplia en el futuro.

El estrés en el trabajo causa enormes gastos, y los costos de este programa son minúsculos en comparación con las posibles pérdidas causadas por el ausentismo relacionado con el estrés y la rotación laboral entre profesionales altamente capacitados y cualificados, como los profesionales del sector médico o los educadores. El uso de esta hora durante los días laborales, formando grupos en los lugares de trabajo como se hizo en la Clínica Mayo, será fundamental para el éxito del programa, dado que los horarios de los profesionales tienden a estar muy cargados.

Además de los ahorros en costos para sus empresas, existen grandes beneficios en intervenciones similares para la próxima generación. Las relaciones de los niños con sus principales cuidadores son fundamentales para su capacidad de recuperación, y una madre infeliz y agotada simplemente no puede sostener una «crianza lo suficientemente buena» durante un gran período de tiempo.

Finalmente (y quizás lo más importante), asegurar ese apoyo es fundamental para el bienestar personal de las propias mujeres. Muy a menudo, las madres, tras las diversas demandas en el trabajo y en el hogar,  ponen sus propias necesidades en un segundo plano.

Empecemos por asegurarnos que las madres reciban el apoyo que necesitan, y que esto se haga con regularidad. Es nuestro deber hacer de esto una prioridad.

Referencias – Luthar, S.S., Curlee, A., Tye, S.J., Engelman, J.C., &. Stonnington, C. M.  (2017). Fostering resilience among mothers under stress: “Authentic Connections Groups” for medical professionals.  Women’s Health Issues. DOI: http://dx.doi.org/10.1016/j.whi.2017.02.007

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