La Vida Madre

Cuando no hay Latido: Vivir el Duelo Gestacional y Perinatal

Cuando no hay Latido: Vivir el Duelo Gestacional y Perinatal

Cuando no hay Latido: Vivir el Duelo Gestacional y Perinatal

Cuando no hay Latido: Vivir el Duelo Gestacional y Perinatal

Cuando no hay Latido: Vivir el Duelo Gestacional y Perinatal

Mujer en revisión ecografía

Cuando no hay Latido: Vivir el Duelo Gestacional y Perinatal

Cuando no hay Latido: Vivir el Duelo Gestacional y Perinatal

En 2018 una cría de orca murió después de nacer, sólo media hora después de llegar al mundo. Su madre, J35, nadó con ella en su cabeza durante 17 días y 17 noches. Ante la atenta y comprensiva mirada del resto del grupo.

Se encargaron de protegerla para que pudiera transitar el dolor de la manera que necesitaba. La arroparon sin juicio, sin tratar de consolarla, sin quitarle importancia. La acompañaron con presencia y espacio, respetando su manifestación del dolor.

Al contrario de lo que observamos entre otros mamíferos, en nuestra sociedad con demasiada frecuencia nos encontramos con entornos en los que el duelo perinatal incomoda, se invisibiliza o se niega. Tanto es así que a pesar de tener palabras como viudo/a, o huérfano/a, no hay ninguna palabra que nombre a unos padres que han perdido a su hijo/a. Y es justo ese vacío el que genera más dolor en las familias que transitan un duelo gestacional o perinatal. 

«Este artículo también es para ti, que estás cerca, viendo a esa madre en duelo gestacional.»

Por eso si me estás leyendo y lo has vivido, quiero que sepas que mereces vivir tu duelo. No importa si estabas en tu sexta semana de embarazo o si tu bebé murió al poco de nacer. No importa si era tu primer hijo o si ya tenías más. No importa lo que sentiste al ver el test de embarazo, no importa nada.

 

Tu duelo es importante. Tienes derecho a sentir tristeza, rabia, incertidumbre… Sólo pase lo que pase quiero que sepas que no fue tu culpa. Este artículo es para ti, que has vivido la pérdida y quizás te resulta dificil poner palabras, te mando un abrazo enorme y te doy la mano para que sientas todo el amor que mereces. 

Este artículo también es para ti, que estás cerca, viendo a esa madre en duelo gestacional. Porque tú (familiar, amiga/o, sanitario/a…), que acompañas sin saber muy bien cómo hacerlo, eres pieza clave para conseguir que la familia viva un duelo sano y no un duelo patológico. 

Os animo a las dos partes a seguir leyendo, despacio, sin juicio, con amor, tal y como las orcas acompañaron a esa mamá que necesitó cargar a su bebé durante 17 días antes de despedirse.

Cuando fallece un familiar querido a nadie se le ocurre que lo mejor sea hacer como si nada. De hecho, los entierros e incineraciones son rituales de despedida que no se ponen en duda. ¿Por qué cuando el familiar es un bebé de pocas semanas pensamos que lo mejor es obviar lo que ha sucedido y seguir pronto con la vida como antes del embarazo?

Como ante cualquier pérdida es importante facilitar espacios de despedida. Dependiendo de cómo se produzca la pérdida y del momento gestacional en que suceda, es posible que las mujeres deseen hacer piel con piel o tomar fotos de sus bebés tras parirlos. Otras mujeres pueden preferir no ver el cuerpo sin vida. Algunas madres les escriben cartas de despedida a sus hijos, o les hablan al cielo, sintiendo que su presencia está dentro de ellas y que con sólo poner palabras la despedida les llegará a sus pequeños/as. 

No hay opciones correctas sobre cómo debe hacerse la despedida, ni siquiera tiene que ser inmediatamente después de la pérdida. Hay familias que necesitan que pasen días o semanas antes de empezar a hablar de ello. Sin embargo, sí es importante que la despedida se realice en cuanto sea posible, en las primeras fases del duelo. 

 

Entendiendo que cada persona lo vive de una manera muy personal, puede ayudarte leer las fases por las que suele pasar las persona que viven el duelo perinatal.

En un primer momento es probable que la persona entre en estado de shock e incredulidad y puede que la propia confusión le haga difícil funcionar de manera adaptativa en el día a día. Por ello, si estás viviendo un duelo, es importante que cuando te sientas preparada puedas ir enfrentando todo lo que supone la despedida. Recoger las cosas del bebé, por ejemplo, después de despedir el cuerpo suele ser el siguiente paso del ritual de despedida.

 

Cada pareja puede decidir si quiere recoger las cosas en soledad o acompañados de amigos y familiares. Si quieren ser ellos quienes recojan todas las cosas o si por el contrario prefieren que la mayor parte del trabajo esté hecha cuando vuelvan a casa. Pero suele ser muy recomendable que puedan participar de las decisiones sobre qué se hace con algunas de esas cosas. Incluso suele sentar bien crear una pequeña caja de recuerdos en la que guardar detalles. Ese chupete que le compraste, la sábana que habías preparado, la ropa que iba a llevar al salir del hospital o ese cuadro con su nombre…

 

Con la caja luego se puede hacer un ritual de despedida y meter alguna carta, enterrarla, incinerarla o guardarla en un lugar hermoso de la casa. Cada familia decide.

Cuando la pérdida se integra un poco más, suele seguirle una etapa de añoranza, irritabilidad y labilidad. En esta fase algunas mujeres afirman que pueden sentir los movimientos de su bebé en el útero o escuchar el llanto de su hijo/a. Tanto en esta fase como antes, si el bebé ya tenía nombre, úsalo cuando hables de él o de ella.  No importa cuánto ha durado su existencia, es parte de la familia si así lo sientes. 

Por último, es común que las familias (especialmente las madres) entren en una fase de vacío y culpa. Aquí es donde entra en juego el entorno como pieza clave. Normalmente se llega a esta fase después de semanas o meses y las familias que hablan de cómo se sienten a veces reciben frases que niegan su emoción “bueno, mejor que haya sucedido cuando todavía era un feto”, “ahora toca seguir adelante y cuando puedas busca otro embarazo”. Las familias hablan con frecuencia de cómo sus amigos y familiares no se atreven a sacar el tema y como le restan importancia o los apremian para que pasen página.

 

Sin embargo, es importante poner nombre, hablar de duelo, de muerte… Sin prisas, pero sin ocultar lo que sucede. Los eufemismos no ayudan a que la madre y el padre puedan integrar lo que ha sucedido y sanen poco a poco la herida que deja la muerte gestacional y perinatal. 

Después de leer todo esto, nuevamente me dirijo a ti, que has vivido la muerte gestacional de cerca, si no tienes un entorno seguro en el que hablar y sentirte escuchada búscalo. Busca ese grupo de acompañamiento, hay muchas asociaciones especializadas en duelo perinatal, muchas psicólogas perinatales que pueden escucharte sin juicio y muchas otras mujeres que han pasado por lo mismo y te van a brindar apoyo sincero. Te mereces ser escuchada las veces que necesites, sin prisa, sin juicio, sin consejos, como la orca que cargó a su cría durante 17 días. 

Si lo haces, si encuentras ese espacio en el que sacar lo que llevas dentro, el duelo acabará transformándose y cicatrizando.  Hasta que el dolor se convierta en el recuerdo presente de una persona querida que se fue antes de lo que esperabas.

Celia Acero Pereira

Psicóloga perinatal y psicoterapeuta.

@celiaacerop

www.psicologiaytribu.com

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