«La llegada de una criatura nos pone delante todo lo que somos como pareja»
Cada vez más, cuando decidimos tener una criatura, son muchos los temas que nos preocupan: cómo lo haremos con nuestra vida laboral, qué cosas necesitamos, cómo seremos como madres… y, por supuesto, cómo cambiará nuestra relación de pareja. Por suerte parece que ya quedó atrás eso de “tener hijas para arreglar la pareja”.
Cada vez más, por cómo se va mostrando la realidad en televisión y literatura, por lo que hemos vivido en nuestras infancias, por lo que hemos visto en nuestras casas o las de nuestras amistades, sabemos que la llegada de una criatura a una familia engrandece el amor, cierto, pero también engrandece muchas otras cosas
La llegada de una criatura nos pone delante todo lo que somos como pareja, es como un espejo, o más bien como una lupa, que aumenta todo aquello que está bien, pero también todo eso que aún está por resolver o colocar.
De hecho, con la noticia del embarazo ya empiezan a moverse cosas en la pareja, más o menos a la misma velocidad en la que va creciendo la barriga. Vamos a ir poco a poco creando espacio para este bebé. Vamos a ir removiendo muebles, tirando algunas cosas y comprando otras que necesitamos. El proceso que sucede fuera, en la preparación de la casa, nos puede hacer de reflejo de lo que sucede dentro de nosotras. Es un proceso de hacer espacio, de revolver, de buscar, remirar y de construir aquello que necesitamos.
«Durante el embarazo y el posparto nosotras y nuestra pareja construimos nuestra identidad como madres o padres.»
A medida que la barriga va creciendo, que ya empieza a ser evidente, que se empiezan a sentir los movimientos del bebé, van a irse removiendo más cosas. Cada vez es más real. Empiezan a construirse los nuevos roles (de madre y padre), empiezan a aparecer sentimientos nuevos y distintos y quizás aparecen otros escondidos u olvidados.
Empieza a gestarse lo que será la familia. Durante el embarazo se abre una etapa de grandes turbulencias. Es una etapa dominada por dos sentimientos ambivalentes: la ilusión y el temor. Y hay también cierto recogimiento en los miembros de la pareja, cada uno viaja a su mundo interno, a sus recuerdos, a su infancia, a conectar con este bebé, a construir su nueva identidad.
Durante el embarazo y el posparto nosotras y nuestra pareja construimos nuestra identidad como madres o padres. Hacia al final del embarazo, se empieza a hacer obvio que muchas cosas están cambiando en la pareja. Esto se ve muy claro cuando estando ya al final del embarazo intentamos abrazar a nuestra pareja. Queda claro que la barriga está en miedo. Que cuesta abrazarlo. Que hay que encontrar otras maneras. Teniendo en cuenta que ahora, hay una persona más en la ecuación.
Y eso se hace aún más evidente cuando llega el bebé. Al convertirnos en madres y padres aparecen nuevos roles en la pareja. Muchas parejas dicen empezar a sentirse familias a partir del nacimiento de su primera criatura. Si lo miramos así, no es difícil entender que la pareja va a pasar por un cambio fuerte. Y quizás está bien que nos vayamos haciendo a la idea. Que podamos ir pensando en todos los cambios que están por venir. Porque no son los cambios los que generan más malestar, es la resistencia a ellos.
Y ese creo que es el mayor consejo de cara al posparto: No lo luchéis. No le vayáis en contra. Nadad a favor. Abrazar los cambios que llegan. Ser fieles a lo que sentís ahora (no a lo que dijistéis que hariáis). Dejaros llevar. Y así, aunque haya baches, seguro que resulta mucho más placentero.
Paola Roig
Psicóloga perinatal y Psicoterapeuta
@paoroig