Mientras escribo, en este mismo momento, mi hija está viendo «Super Monsters» de Netflix como cada día de confinamiento. Porque lo que antes era algo muy regulado en casa, ahora se ha convertido en un recurso para poder trabajar o sería imposible.
Si fuera poco lo que tenemos encima – simplemente lidiar con el día a día y las preocupaciones que trae consigo el vivir en tiempos de pandemia – las redes sociales están inundadas de un millón de lecciones educativas, ideas para desayunos saludables y otras publicaciones de #supermamás.
Pero ahora mismo estamos en modo de supervivencia, no sólo por convivir con COVID-19, sino porque la maternidad en sí nos pone muchas veces en un estado de supervivencia, y si tienes un bebé o niños muy pequeños en casa más todavía. Esto significa que no vamos a poder hacerlo todo y haremos cosas que antes no hacíamos: el tiempo frente a la pantalla no está realmente limitado en este momento, comiendo más chocolate que verduras, y yo tengo menos paciencia que antes. El sentimiento de culpa lo tengo ahora, más que nunca, pero no tiene que ser así.
El Sentimiento de Culpa
La culpa puede ser temporal, como lo que siento cuando mi hijx ve demasiado la tele o puede ser a más largo plazo, como no haberla inscrito en suficientes actividades en los últimos años.
Algunas madres sienten temor o presión, y algunas llegan a sentir pánico, como si necesitaran solucionar el problema en este momento. La culpa es lo que se debe o lo que se supone que se debe hacer, y mientras tanto, te pasas el día pensando en lo que estarán haciendo las otras madres.
La culpa tiene muchos orígenes, desde inseguridades personales hasta presiones externas de familiares, amigos, redes sociales y otras fuentes.
Nada más entrar en Instagram podrás ver cientos de publicaciones de lo que otras madres parecen estar haciendo TAN bien, desde actividades educativas hasta niños perfectamente arreglados que posan con dulzura. (Recuerda que no sabemos si estaban teniendo un berrinche en toda regla unos segundos antes o después de esa foto).
Incluso las recomendaciones formales, como las de los médicos, las organizaciones de pediatras y demás expertos, pueden crear sentimientos de insuficiencia.
- Limita el tiempo de pantalla, pero dales aplicaciones educativas.
- Deja que los niños hagan mucho ejercicio fuera de casa y también mantén la casa impecable.
- Cuídate, pero no a expensas de las horas de juego con tus hijos.
Las contradicciones y las expectativas son ilimitadas.
¿Y de qué me sirve sentirme culpable?
Hay una pequeña dosis de culpa que puede ser productiva. Si tu hijo realmente está comiendo basura total todo el día todos los días, y comienzas a sentir esa sensación instintiva, pues lo normal es que sientas que no es la mejor opción para tus hijxs.
Pero cuando la culpa comienza transformar tu decisión que previamente habías considerado como correcta, sólo por lo que se supone que es correcto para tu familia, entonces se vuelve dañina.
Por ejemplo, si una madre toma la decisión de darle fórmula a su hijx cuando decide volver al trabajo por otras razones válidas y personales, y una amiga bien intencionada publica sobre todos los beneficios de la leche materna, junto con un selfie dándo el pecho. Esa madre ya está intentando hacerlo lo mejor que puede, probablemente ya sintiéndose un poco mal y triste por tomar esa decisión, puede que se sienta incluso personalmente atacada por ese post.
Ojo! Que no tiene nada de malo porque hay mil otras razones por las que ese tipo de posts son buenos y necesarios. Pero cuando este tipo de sentimientos afloran igual es el momento de dar un paso atrás y lidiar con esos sentimientos.
Cómo superar la culpa
Vete a la raíz del problema, que puede incluso venir de cosas arrastradas de tu infancia. Reflexiona e intenta ser honesta contigo misma para saber por qué te sientes culpable. La severidad de tu sentimiento de culpa puede depender de:
- Si estás intentando mejorar una estrategia de crianza que crees que a tus padres no les fue muy bien
- Si estás criando a tus hijos a la vez que lidias trastorno obsesivo compulsivo u otras afecciones de salud mental
- Si has sufrido traumas en el pasado
Intenta escribir un diario o hacer una nota rápida en tu móvil cuando sientas esa culpabilidad, y con el tiempo pueden surgir patrones.
Quizás, por ejemplo, te des cuenta de que la mayor parte de la culpa proviene de la participación en actividades, ya que lo sientes más cuando otras madres hablan de las actividades de sus hijxs. O tal vez la mayor parte proviene de la alimentación, o la relación de tu hijx con el cole y su aprendizaje.
Identificar la raíz es parte del proceso de superación, además, también es bueno para hacer un cambio simple en lugar de hacer una revisión completa de tu estilo de vida.
Cría a conciencia
Una vez sepas de dónde viene ese sentimiento, es mucho más fácil encontrar tu modo de crianza e identificarlo para sentirte más cómoda con lo que estás haciendo.
Hay familias que directamente tienen y escriben su misión y sus valores. Hay otras madres que tienen clarísimo lo que están haciendo y no les hace falta escribirlo. De cualquier manera, lo importante es saber cual es tu meta y cuales son tus valores para que te puedan ayudar a tomar decisiones con las que te sientas bien.
Si valoras el sueño y el bienestar por encima de muchas cosas, tal vez eliminar ese tiempo de televisión a la hora de acostarse sea lo que quieras marcar. Lo que sea que valores, darle nombre y ajustarte a él minimizará el sentimiento de culpa.
Haz majo y limpio en tu círculo íntimo
¿Te rodeas de gente que tiene la misma filosofía de vida y que aprecia tus valores? Si la respuesta es no, igual es momento de reevaluar a quién escuchas y en quien confías.
Si tienes esa vecina que lo sabe todo y siempre te deja sintiéndote mal e insegura sobre las decisiones que tomas, puede que no sea la persona correcta para contarle tus cosas.
Reducir tu círculo íntimo también puede reducir todos esos consejitos no solicitados. Mantén el grupo en un círculo realmente cerrado: tu pareja, tu familia directa, tu pediatra y una amiga en la que confíes mucho o un grupo pequeño de amigas. Si ninguna de estas personas cumplen con esta descripción, igual va siendo hora de buscarte un buen terapeuta.
Escúchalos y escúchate
La intuición de una madre no es un mito, sino una fuente fuerte de sabiduría y poder de decisión que nosotras, y las mujeres a través de los tiempos hemos usado para mantener a nuestros bebés a salvo y saludables.
Lo puedes notar cuando sabes si tu hijx está llorando porque está cansadx o porque se ha hecho daño – esta habilidad la desarrollamos al prestar atención a los pequeños detalles auditivos que nos ayuda a diferenciar el tipo de respuesta que necesitan de nosotras y así ser mejores madres.
Pero ellos, mejor que ninguna otra cosa, son esa fuente de información. Si tienes un hijo constantemente rogándote que hagas un puzzle mientras trabajas, no necesitas sentirte culpable por trabajar, pero es posible que tengas que hacer un hueco más tarde para pasar tiempo sólo con él.
Anima a tu Gente
¿De dónde viene la culpa? De otras madres. Recuerda que nosotras podemos pecar de esto también. No seas esa madre en el parque que necesita convencer a alguien de que las chupas son el demonio si estás dando el pecho (pssst … no lo son), o que un niño criado con una dieta diaria de col rizada sin gluten y ensaladas sin lácteos tienen más atención que las que ocasionalmente comen helado y Doritos.
Ten cuidado cuando tú misma estés haciendo publicaciones en las redes sociales que puedan parecer lecciones o alarde para predicar tu filosofía a otras mamás. Podemos acabar con la culpa al no difundirla y, en cambio, animarnos mutuamente a seguir nuestro propio instinto. (Aunque si tienes un momento de orgullo como madre pues comparte!).