En estas líneas resumiré una experiencia para nada fácil, con un final por descubrir.
Una experiencia que, después de 17 meses, aún no ha finalizado (espero que pronto y que sea un final feliz) y que espero ayude a otras madres, que por desgracia la tengan.
Todo comenzó a las 7 de la mañana, un sábado 2 de mayo de 2020, dentro de una pandemia mundial. Recuerdo pensar, va a salir justo cuando van a empezar a abrir las puertas de confinamiento domiciliario y por fin podré pasear tranquilamente, respirar aire puro y que se me desinflamen estas patas de elefante que se me han puesto.
A esas horas empecé con contracciones y una hora más tarde llamé al hospital para avisar de mi parto inminente.
La matrona de turno me aconsejó que esperara 1 hora y media más en casa para no tener que esperar en el cambio de matronas que se producía a las 9 y media de la mañana. Esperé paseando por casa, me duché tranquilamente y aguante el dolor, no mucho, todo lo que pude hasta ponernos en marcha y llegar al hospital.
Procedimiento en pandemia:
- La pareja y padre del bebé no puede acompañarte aún.
- Baja las escaleras y ponte estas calzas, si no puedes por el dolor siéntate y esperamos lo que haga falta pero pontelas tu sola.
- Te exploran y se dan cuenta de que tienes una dilatación de 8cm. Si quieres epidural tiene que ser YA.
- Entra mi pareja en escena, a un rincón de la habitación.
- La anestesista viene rápido y sin llevarse bien con los compañeros resopla cuando, a punto de introducir la aguja en mi espalda, le aviso que viene una contracción en camino. Tiene que venir 7 veces a revisar el sistema porque no hace efecto.
- Me ponen la primera dosis de antibiótico por resultado positivo en estreptococo del grupo B. La segunda dosis, creo recordar que no dio tiempo a ponerla.
- Llaman al ginecólogo para exploración.
- Pregunto si mi pareja podrá recibir comida o cena mientras estemos en el hospital con la cafetería del mismo cerrada y nos dicen que no, así que le obligo a ir al supermercado más cercano a comprar algo ya que el hospital está en otra localidad que nuestra casa. La matrona le dice que vigile el móvil por si yo lo llamo porque el parto va rápido e igual me meten en paritorio mientras él está fuera. Me rompen la bolsa y 15 minutos después tengo que llamarlo para que venga porque me están llevando a paritorio.
Procedimiento en el parto:
- Llega mi pareja y empiezo a empujar.
- La niña no sale.
- De repente el ginecólogo me informa de que viene en mala posición (mirando hacia arriba y con la barbilla levantada), así que me hace episiotomía para ayudarla a salir.
- La niña no sale.
- La matrona se va porque se marea.
- Me informa que necesitamos una ayuda: ventosas.
- Introduce la ventosa una vez y la niña sigue sin salir así que, pasados unos minutos, vuelve a introducir la ventosa y la saca.
- Comentario del ginecólogo: “¡Cómo te has desgarrado, hasta el ano interna y externamente!, voy a empezar a coserte.”
- La matrona vuelve a escena.
- Se llevan al bebé unos minutos más tarde para revisión pediátrica.
- Cuando vuelven y mi pareja quiere sacar el móvil, la matrona de muy malas maneras dice: “Nada de móviles, este momento es vuestro y de nadie mas, si quieres salir para avisar a familiares o algo así ya no puedes volver”. Yo pensé: “es nuestro momento, ¡pues déjanos hacer lo que nos dé la gana! Y se va porque se vuelve a marear. El ginecólogo le pregunta a la TCAE que qué le pasa. Ella contesta: “Ha dicho que con el parto no ha podido ni desayunar ni comer… que casi se desmaya en la mitad del proceso.”
Final de paritorio:
- Peso de la niña 3 kg, nacida a las 15:15 horas.
- Cosiéndome hasta las 17 horas.
- Pareja fuera desde las 16 horas sin poder volver a entrar.
Los 3 primeros días:
- La niña tenia hambre y mi leche no le saciaba, no paraba de llorar y no me dieron biberón.
- 0 visitas familiares, solo el padre.
- Se iba a dormir por la mañana y a poder comer y venia a las 20 horas.
- La niña lloró todos los minutos que estuvimos allí y hasta la última mañana, estando yo sola todo el día no entró a ayudarme nadie, NADIE. Ni para ducharme, ni para comer, ni para descansar.
Post parto:
A las dos semanas de estar en casa empecé a notar que cuando tenía pedos no salían normales, salían como por la vagina, como cuando tienes la regla y coge aire, pero venían normales por el culete.
Llamé a mi médica de cabecera y se lo comenté. Me dijo que, cuando fuera a hacer cacas, me fijara si había restos de heces en la vagina. Aunque con los loquios fue difícil si que manchaba el papel con heces así que me derivó al ginecólogo.
Cuando fui a esa consulta el comentario del ginecólogo, que no era el mismo que me atendió en el parto, fue, y lo recuerdo como si fuera ayer: “Hombre, en África vale, pero aquí serias la primera que veo con algo así”. Yo le dije: “es la primera vez que tengo un niño, igual es algo normal después de un parto y son ideas mías”. Ingenua de mí, ¡ojala hubiera sido normal!
Me realiza una prueba que consiste en introducir por el ano un líquido azul tinte y poner unas gasas en la vagina para ver si el liquido pasa de forma interna de un agujero al otro y……..
…… en efecto, diagnostico: fístula recto-vaginal.
Me deriva a cirugía general en la capital de la provincia.
En mi primera consulta el cirujano me manda una resonancia magnética para comprobar que partes están afectadas por la fístula y me consuela diciéndome que es un procedimiento muy sencillo, abrir, coser y cerrar. Una recuperación fácil y corta en el tiempo.
Vuelvo con los resultados de la resonancia y dándome cuenta que cada vez tengo que tardar menos en ir al wc porque no me da tiempo cuando tengo ganas de hacer caca.
El cirujano es otro, gracias a Dios. Se llamaba Luca, me explora y ve los resultados de la resonancia.
Quiere ser franco conmigo y me comenta que la fistula hay que repararla cuanto antes y que me quiere hacer dos pruebas más, una ecografía y una manometría, las dos rectales.
Me da su email personal y me pide que cuando las tenga hechas le mande un email para agilizar y darme cita con él lo antes posible. A todo esto me pregunta si lo llevo bien quitando la incontinencia, que como estaba de ánimo y cuando le contesto que bien ya que su compañero anterior me había dicho que iba a ser algo sencillo para de escribir y me mira a los ojos.
“Eres muy joven (28 años), ese chico te mintió en tu cara, de sencillo nada. Te voy a hacer esas pruebas pero va a ser algo tan delicado que no me voy a atrever a operarte yo, te derivaré a otra especialidad de cirugía en que tengamos el resultado”.
El 18 de diciembre de 2020 bajé a su consulta. Me explicó que tenia la fistula y una afectación de esfínter anal que también habría que reconstruir. Me comentó que había tenido suerte de haber tenido el parto tan joven porque gracias a la fuerza de mis músculos no era algo mucho peor. No se atrevió a operarme así que me derivó al hospital de la capital de la comunidad autónoma. Vi en sus ojos que esto era serio, que le daba pena.
El 8 de febrero de 2021 tuve mi primera consulta en cirugía coloproctologica.
Revisaron las pruebas, me hicieron otra exploración y revisaron las pruebas que tenía ya hechas. Me mandaron más pruebas, una colonoscopia y otra manometría. Me explicaron que la operación se podía hacer de dos formas: poniendo una malla en la fistúla o haciendo una colostomía, la malla daba problemas al cabo de un tiempo y yo soy joven para ponerme una bolsa de colostomía. Todo se vería con las pruebas nuevas.
Yo ya estaba cagadita, a todos esto, tooodas las consultas tuve que hacerlas sola, protocolo covid.
El 24 de marzo de 2021, por fin, tuve la consulta en cirugía coloproctologica. Me atendió una cirujana joven y profesional, pero a la vez, comprensiva. Entré sola a la consulta y hablaron por lo bajo ella y la auxiliar. Me preguntaron si había bajado sola y si había alguien en la sala de espera que pudiera entrar conmigo. Malas noticias se preveían. Me veían joven y preferían que me enfrentara a los resultados con alguien de mi entorno al lado. Me volvió a explorar y entonces empezó a hablar.
Tenía una fistula recto-vaginal con dos orificios en ano y vagina de 1 cm cada uno, los dos esfínteres anales estaban partidos y totalmente retraidos, tenía incontinencia anal. Su comentario fue: “Quiero que estes tranquila, tienes una lesión de grado 4, no es nada fácil lo que tienes y menos en una persona tan joven. Necesito que vuelvas pasado mañana, siento decirte que voy a exponer tu caso y debatirlo con toda la unidad de cirujía del hospital para ver cómo proceder. Me llevo tu caso en el corazón, de verdad.”
¡A cuadros me quedé!, no entendía nada. ¿Tan grave había sido mi parto? ¿Cómo había acabado sin esfínteres y con un conducto tan grande entre un agujero y otro? ¿Tan difícil iba a ser su arreglo? Por supuesto nadie me decía si había sido un error médico o era algo que podía ocurrir. Yo no había oído nunca que por un parto se pudiera destrozar tantas cosas por dentro. Sin contar todas las infecciones de orina tenidas hasta la fecha, la candidiasis crónica que estaba y estoy sufriendo y que los antibióticos ya no hagan su efecto en mi cuerpo.
Volví a bajar el 26 de marzo de 2021 y volvieron a exigir a mi acompañante que entrara conmigo a la consulta.
La unidad de cirugía completa del hospital Miguel Servet de Zaragoza decidió que en la primera operación me sacarían una bolsa de colostomía lo más abajo que pudieran de mi intestino para evitar así el paso de heces y sustancias del ano a la vagina por la fístula y, a su vez, abrirían vaginalmente.
El problema en la operación vaginal es que al haber pasado tanto tiempo sin reparación se ha ido creando en toda la fistula fibrosis, no saben cuanta, así que tienen que quitarla y no saben como de grande se quedará la fístula después de eso. La idea que tienen es que, al quitar la fibrosis y tener que reconstruir los dos esfínteres anales, utilizaran uno de ellos y lo harán más pequeño de lo normal para usar una parte e introducirlo en la fístula para poder acercar las paredes de ésta y que cicatrice antes. Los resultados pueden variar en lo que tengan que hacer al abrir y reparar todo, la bolsa de colostomía la llevaré 1 año mínimo, hasta que todo lo de abajo quede en buen estado.
Por supuesto, estoy de baja por enfermedad común desde la finalización de mi baja por maternidad. Soy gerocultora en una residencia de ancianos , no puedo desempeñar mi trabajo ahora, no podré desempeñarlo durante todo el proceso con una bolsa de colostomía puesta y, depende de los resultados, igual no puedo volver a desempeñarlo. Espero que sí, porque es mi trabajo, mi vocación, y sería un duro golpe emocional no poder volver a mi puesto, ya lo está siendo.
Sigo cuidando de mi hija, pensando que fue una suerte que ella no saliera afectada en el parto y que solo me haya tocando a mí, pero es difícil cuidar de un bebé en mi estado tanto físico como emocional. No tengo una vida normal; ni de pareja, ni laboral, ni familiar. No sé si volveré a tener la vida completa que tenia antes, a cuantas operaciones me voy a tener que enfrentar, con que secuelas voy a tener que vivir el resto de mi vida, y me queda mucha vida.
Hoy es 7 de octubre de 2021, sigo a la espera de la llamada en la que pongan fecha a la primera operación a la que me tengo que enfrentar. Espero con ansias y nerviosismo ese momento. Quiero empezar el proceso ya para poder terminarlo cuanto antes, saber si se puede arreglar de verdad, saber que me deparará cuando finalice lo me tengan que hacer. Volver a trabajar, poder disfrutar de mi hija sin que me duela el útero, tener una vida de pareja normal, no tener que tener un baño cerca por si no llego, no tener que ir al fisio o poder atreverme a ir al gimnasio sin dolor y sin miedo de no poder contener un pedo.
Espero tener un final feliz como en los cuentos y que todo pase ya, sea lo que sea. Espero que otra mujer no tenga que pasar por algo semejante a raíz de un parto en pleno siglo XXI, porque, de verdad, es algo que nunca me hubiera imaginado.
Escrito por Elena Ara García @jelench3