Carta abierta a quienes creen que ser mamá y estar al cuidado de un bebé no puede ser tan cansado como las madres lo suelen pintar, ni comparable al estrés de trabajar fuera de casa.
Soy mamá de tres (la pequeña de poco más de tres meses), pero también he trabajado en una multinacional y he hecho dos doctorados (uno en el extranjero). Así que tengo ciertas referencias y puntos de comparación, creo, al escribiros esta carta.
Cuando estás trabajando en una empresa (u otra entidad/ institución, o por cuenta propia), puede que haya días en los que te toque una tarea nueva y te resulte cansado, estresante y complicado. Sin duda te sentirás bajo presión en ese momento. Pero seguramente harás esa tarea con la confianza (o esperanza) de que si le dedicas tiempo y esfuerzo, estás más que capacitado/a para hacerla bien. Y, sobre todo, la harás pensando que ese aprendizaje de la primera vez te servirá para que las próximas veces la tarea la hagas de forma mucho más rápida y eficaz. Vamos, que si te peleas con una hoja Excel, con determinado programa de ordenador, o con lo que sea, rato y rato, antes o después lo acabarás dominando -más o menos- y cada vez lo harás de forma más automática, fácil y tranquila.
Pues eso, normalmente, no la pasa con un bebé. La experiencia es un grado, sin duda, y según se les va conociendo (y tú como madre vas estando más tranquila), resulta más fácil saber qué necesitan o cómo calmarles y demás.
Pero vamos, que se dormirá cuando y como quiera, y es poco probable que una pueda llegar a dominar la técnica de dormirle para hacerlo de forma más automática, cómo podemos hacer en el trabajo. Y aunque consiga una dormirle de forma más o menos fácil, no será hacer “la tarea y listo”. Entonces llega la tensión constante de “¿dormirá 5min o 1hora? ¿Da tiempo a ducharme rápido o mejor me quedo al lado por si abre un ojo y así consigo que se vuelva a dormir?”. Y quien dice dormirle dice comer, tener ganas de estar tranquilo/a jugando para que mamá pueda hacer alguna tarea…
Imagina, por ejemplo, que en tu trabajo una vez hecha tu tarea, te toca siempre mandársela/ reportar a tu jefe y esperar (sin saber cuánto) para ver si tu jefe te responde y te dice que le parece bien (o no). Y eso sin tener ningún criterio de lo que tu jefe espera, y de lo que tu jefe quiere y lo que no. ¿Te imaginas estresante y cansado estar con esa tensión?
Porque así es como una madre se siente cuando está con su bebé. Y no exagero. Lo digo con conocimiento de causa, que he tenido tres y también he trabajado en una multinacional y he hecho dos doctorados, como os decía antes.
¿Recordáis también aquellos días de examen del instituto o de la universidad, en que una vez pasado el examen te sentías exhausto/a y como si te hubiera pasado un camión por encima? No era del esfuerzo físico, muchas veces tampoco del esfuerzo mental por la dificultad del examen. Ese cansancio era fruto de la tensión de preocuparte por cómo sería el examen, si te iría bien, los nervios por querer hacerlo bien.
Pues esa misma tensión, la vivimos las madres cada día al pensar (bien sea de forma consciente o inconscientemente) “a ver si hoy el día va bien y el bebé duerme bien y come bien, a ver si yo lo hago bien en mi papel de madre…”. Esa tensión es la que al final del día, o a veces incluso a lo largo del día, nos hace sentirnos agotadas y tan estresadas como cualquier alto ejecutivo o trabajador entregado.
Porque a las madres (generalizando), nos importa que nuestro bebé esté bien y sintamos que come y duerme bien, tanto como a quien está en una empresa, o trabajando, y se siente responsable de que su trabajo salga bien y sea bien valorado.
Y, con la dificultad añadida de que en el caso de las madres, es difícil predecir cómo irá cada día, cómo estará “el jefe” ese día y “qué pedirá cuándo”. Por lo que habrá que estar en alerta constante. Cansancio mental que se acumula hora tras hora.
Todo ello sin contar con el “cansancio emocional” de sentir muchas veces que tal vez no estés haciendo bien “tu trabajo” cuando resulta que “tu jefe” es una de las personas que más quieres en el mundo. Y mientras tú te esfuerzas y te esfuerzas, otros vienen y te dan consejos que no has pedido y que te generan aún más inseguridades, o te comparan con otros…
Porque… ¿os imagináis que en el trabajo constantemente os dijeran vuestros compañeros que tal vez era mejor hacerlo de otra forma, que tal vez lo que tenías que hacer era otra cosa, o que fulanito lo hace “asá”? Y que, además, ¿os compararan constantemente con otros u os hablaran de lo bien que lo hacen otros? ¿Os supondría “cansancio emocional”?
Así que, por favor, cuando una mamá os diga que se siente agotada, en lugar de juzgarla, compararla, o intentar hacerle ver que tampoco hace tantas cosas con el bebé, acordaros de la tensión que acumula y del poco control que tiene sobre su tiempo y el cansancio que ello implica; mental y emocional. Abrazadla, o simplemente escuchadla. O decidle “¿puedo hacer algo por ti? Pero, por favor, no dudéis de que ser mamá y estar al cuidado de un bebé puede muy cansado, e incluso comparable al estrés de trabajar fuera de casa en profesiones muy exigentes.
Firmado: Con cariño,
Una mamá cansada pero feliz 🙂