Cuando me hice la prueba de embarazo y me di cuenta de que estaba embarazada de mi segundo hijo, era un saco de emociones. La euforia de que nuestra pequeña familia creciera y que yo pudiera proporcionarle un hermanito para mi primera niña fue increíble. Estaba tan feliz y emocionada de saber que el amor en la casa se duplicaría! Por otra parte, me preocupaba el hecho de que sólo se iban a llevar 18 meses de diferencia. Y claro, enseguida me vino todo a la mente: duplicar los pañales, los llantos, los dolores de dientes, duplicar las peleas, duplicar el caos… De repente lo vi todo doble!
Ahora, dos años más tarde, tengo una de 3 años y medio y uno de 2 años, y estoy a punto de caerme del agotamiento. Ojalá estuviera exagerando, pero cuando mi hijo menor cumplió un año, todo fue cuesta abajo:

Empezaron las peleas
Pensé que pasarían unos años antes de tener que separar a mis hijos de las peleas físicas. Pelean por cualquier cosa y por todo … ¡quién tiene los mejores juguetes, la mejor taza, la mejor comida y tienen lo mismo de todo! Y yo en medio separándolos continuamente.
Uno de los dos SIEMPRE está enfadado
La única vez que coinciden estando contentos es cuando están comiendo o durmiendo.
Uno de ellos SIEMPRE está despierto
NUNCA DUERMEN AL MISMO TIEMPO. Nunca se despiertan al mismo tiempo. Esto significa que NUNCA tengo mi siesta y eso hace que mi día sea mucho más agotador!
Estamos siempre en medio de una fase
Uno de ellos SIEMPRE está pasando por algún tipo de «fase», que hace ese momento más difícil porque uno de ellos siempre está de mal humor.
Salir de casa es como un evento deportivo
Si pudiera quedarme en mi casa todo el día, lo haría. Necesitan salir para desahogarse, pero todo el proceso de salir es tan desalentador que sólo lo haré si vale la pena.
Ir de compras es imposible
Si tuviera que describir cómo sería el infierno, sería ir de compras con dos niños pequeños. No puedo decir mucho más al respecto, excepto … que no me gusta nada.
Sincronizan de la peor forma
Cada vez que a uno de ellos le da una rabieta, al otro también le dará. Mi hijo menor es un «llorón por simpatía», por lo que si mi hijo mayor llora por alguna razón, mi hijo menor reacciona de inmediato.