Las peleas de hermanos forman parte de la vida diaria de las familias, la cuestión está en cómo se acompañan, gestionan y resuelven sin que nadie salga herido o perjudicado.
Quiero empezar contándote como comienza el libro “Hermanos, no rivales” de Adele Faber y Elaine Mazlish porque ilustra perfectamente el efecto que causa la llegada de un nuevo hermano en la vida de un niño, dice así: “Imagine que su marido le abraza mientras le dice, te quiero tanto y eres tan maravillosa que he decidido tener otra esposa con la que vas a compartir tu ropa, tus joyas e incluso va a dormir en nuestra cama…” Esta situación ficticia ayuda a que nos pongamos en los zapatos de un niño, hijo único que tiene todas las atenciones de la familia y que de repente tiene que compartir a mamá con lo que para él es un intruso.
Partiendo de esta base, debemos mirar las peleas de hermanos como una línea del tiempo en donde hay una parte previa en la que se prepara la llegada del nuevo hermano, un momento crucial durante las primeras semanas que está el bebé en casa, otro momento en donde hay que tener presente el periodo de crecimiento de ambos hermanos y, por último, la gestión de las peleas que puedan surgir entre ellos. Esta última parte, si todo el proceso anterior está bien cultivado, se vivirá de una manera diferente porque es cómo si hubieras preparado el terreno.
Esa preparación de la que te hablo se tiene que vivir de manera natural, sin exagerar ni saturar y teniendo en cuenta la edad de nuestro primero. Por ejemplo, antes de los tres años viene muy bien contarle cuentos con historias de llegadas de un nuevo hermano, que ayude con los preparativos, hablar y enseñarle fotos de cuando era bebé para que vea que su hermanito será igual, ser francas en todo momento… pero lo más importante es pasar tiempo especial con él, buscar un espacio para cuidarlo y mimarlo y crear una relación más sólida si cabe antes de que llegue el hermano. Al final, de lo que se trata, es de que el hermano mayor no sienta que es destronado, que ha llegado un intruso a ocupar una parte importante que estaba ocupando él.
Luego llega el momento “boom” con la llega del bebé y las primeras semanas en donde empiezan nuevos desafíos y nuevos aspectos a tener en cuenta: lo primero, que el hermano mayor sienta que también es importante, que no note que todas las atenciones se las lleva el recién llegado. Para ello, podemos hacerlo partícipe de rutinas sencillas en donde pueda ayudar, con responsabilidades pequeñas y asumibles según su edad. También podemos hablar al bebé delante del mayor para que se sienta valioso. Y lo más importante para nosotras, no olvidarnos que, a pesar del nacimiento del segundo hijo, el primero sigue siendo pequeño.
Cuando ya nos encontramos en el momento de convivencia de ambos hermanos debemos “entrar en el mundo de nuestros hijos” y comprender cómo se pueden estar sintiendo ambos. Dar siempre mensajes positivos a los dos y no compararlos porque los problemas realmente surgen cuando los niños creen que el amor de mamá está condicionado y es ahí donde se crean las rivalidades. Si nos mostramos neutrales, evitaremos muchos problemas. También vuelve a ser importante tener un tiempo especial con cada uno, porque cada hijo debe sentirse único y que nuestro amor es incondicional.
Como te dije al principio, esto no significa que no se den conflictos ni peleas entre hermanos, evidentemente surgirán, pero la gestión de las mismas se vivirá con menos estrés y más acompañamiento.
Y cuando llegan las peleas, ¿cómo actúo?
- Primero, observa lo que está sucediendo entre ambos hermanos. Y reconoce el enfado de los niños entre ellos: “Veo que están muy enfadados”. Luego, escucha con atención la opinión de cada niño respecto a lo ocurrido y valídalos a ambos.
- Segundo, recuerda las normas de casa (es importante pautar normas sobre todo de aquellas cosas que generan más conflictos. Por ejemplo, en mi casa el momento de quién se tiene que bañar primero era siempre motivo de pelea. La solución, un calendario detrás de la puerta del baño con el día que le toca bañarse a cada uno primero).
- Tercero, apoyarlos a los dos, evitar el juego de víctima y villano. Ponerlos a los dos en el mismo barco y expresarles la confianza de que pueden resolver entre ellos.
- Cuarto, dejarlos que busquen una solución entre ellos (yo lo que hago en esos momentos es permanecer en el papel de mediadora, dejándolos a ellos dos gestionar). Siempre que la seguridad esté garantizada es importante que aprendan a resolver sus conflictos solo y que lleguen a acuerdos por sí mismos.
Como ves, podemos hacer mucho para acompañar este momento de peleas de hermanos desde antes del nacimiento del nuevo hijo. Sé que a veces nos puede superar el momento, pero recuerda que puede ser una maravillosa oportunidad para ayudarlos a desarrollar habilidades sociales importantes para la vida.