Imagínate que estamos sentadas disfrutando de nuestra bebida favorita, hablando de lo que casi todas las madres hablan cuando no tienen a sus hijos cerca (es que no lo podemos evitar).
Y es en esa atmósfera que quiero compartirte algo muy personal e íntimo con la intención de que tu niño o niña siga creciendo sano, seguro y libre.
Mira esta soy yo en una actuación del colegio, cada vez que veo esta foto junto a mi mami, ella siempre recuerda que ese día la profesora me dio el micrófono para sostenerlo por un momento mientras terminaban de dar los últimos retoques a la decoración, pero yo con toda mi inocencia, mi voz aguda y desentonada empecé a cantar, ya te puedes imaginar la cara de la profesora al escucharme, a la pobre no le quedó más remedio que seguir mi iniciativa y unirse a mi canto.

Una niña como cualquier otra en su actuación escolar.
Pero sabes una cosa, cuando yo veo esta foto no recuerdo esa anécdota, pero lo que si recuerdo es que a esa edad yo ya había conocido mi primer abuso sexual y sin saberlo eso me había convertido en una “presa fácil” para otros abusos que vinieron años después, siendo una niña, durante mi adolescencia… incluso cuando ya era una mujer adulta.
Y te preguntarás «¿por qué me cuentas esto ahora?», sencillamente porque deseo un mundo en donde los niños y niñas crezcan libres de esta epidemia, pero soy consciente que para eso es necesario que las madres de esos niños y niñas tomen conciencia de que el abuso sexual infantil es una realidad que sucede en más del 85% en el entorno familiar y cercano de la víctima.
Pero hoy te quiero contar que hace un tiempo, con mi primer hijo en la teta, me dije rotundamente “Carolay, se acabó. Hasta aquí”.
Me puse entonces a hacer todo lo que estaba en mis manos para salir de ese estado de “víctima” y poder hacerme “responsable”, por fin, de mi vida.
Estuve unos años estudiando todo sobre el trauma y la infancia (aún sigo y seguiré estudiando) al mismo tiempo recibía tratamiento psiquiátrico y psicológico, y a su vez conocía las terapias más integradoras y holísticas, en fin que estuve haciendo un trabajo muy potente y empoderador de reparación interna.
¡Y todo esto me ayudó mucho, muchísimo!
¿Pero sabes qué es lo que marcó la diferencia?
La comunicación.
Por una parte, la comunicación conmigo misma para entender lo que me había pasado y por qué se había repetido en múltiples ocasiones.
Y por otro lado, la comunicación que tenía mi madre conmigo, que no me permitió empoderarme para contarle todo lo que me pasaba y evitar posibles abusos futuros.
No me malinterpretes, no culpo a mi madre.
Simplemente, este entendimiento forma parte del proceso de aceptación que he tenido que hacer estos últimos años, así como el de ser consciente al 1000% que establecer lazos sólidos de comunicación con nuestros hijos e hijas es la clave.
Ahora soy madre de dos hijos y desde que nacieron estoy realizando una fuerte prevención gracias a una crianza consciente, con la que les ayudo a detectar, comunicar y prevenir situaciones de riesgo.
En cierta manera, cada día refuerzo nuestros lazos sólidos de comunicación y la necesidad de aumentar la confianza en ellos mismos.
Y es que ante esta realidad tenemos varias opciones…
- Leer esta noticia y seguir con nuestro día como si nada
- Pensar que esto solo le pasa a «otras familias»
- Empezar a tomar medidas al respecto desde HOY…
Así que amiga mía, hoy he querido presentarme y mostrarte un pedacito de mi historia para ayudarte a que te pares un momento y te preguntes ¿qué estoy haciendo para ayudarte a mi hijo y/o hija a que siga creciendo segurx y libre de abuso?
Recuerda siempre que «La prevención es tu responsabilidad».
Nos vemos en los próximos artículos desde donde estaré compartiendo cómo hacer prevención desde la calma y naturalidad.