¡Bienvenidas familias a La Vida Madre, un espacio de crianza y maternidad consciente y respetuosa! Aquí, nuestra misión es acompañarte y acercarme a ti, que podamos sentirnos unidas y trabajando en equipo. La maternidad es una experiencia muy rica y transformadora, nos llena de felicidad y a la vez nos remueve emocionalmente a todos los niveles. Sentiremos una noria dentro nuestro, algunas veces estaremos en lo más alto y otras en lo más bajo, ¿verdad? Seguro que vosotras tenéis millones de experiencias así. Y aquí estamos La Vida Madre para acompañarte desde el respeto, el amor y la confianza. Para nosotras la tarea más importante es la de no juicio, antes de ser madres somos personas, somos mujeres. Por tanto, vamos a cuidarnos y a ofrecernos momentos de escucha, de calma y de transición. La maternidad requiere de tiempos y espacios que debemos dar lugar, solo así, podremos criar desde la conciencia y el respeto.
La sociedad va evolucionando, y de cada vez más podemos observar la imagen que tenemos de niño/a. Una persona capaz, creativa, con capacidades, habilidades y muchas potencialidades. Los niños o niñas no son seres inacabados, sino seres que van creciendo y evolucionando como nosotras mismas. Gracias a esta nueva visión que tenemos de la infancia, los adultos hemos desarrollado habilidades y estrategias de comunicación mucho más respetuosas y delicadas, para así podernos acercar desde la escucha activa y la atención.
Aún así, son algunas las familias que utilizan los gritos como vía de comunicación, como herramienta para ser escuchada, como momento de desahogo o quizá como estrategia para captar la atención. Hoy me gustaría contarte las razones por las que no son buenas gritar o pegarle un chillido a tu hijo/a. Al final los gritos dejan de ser efectivos, crean mal ambiente y generan malestar. Además, ¿conoces las últimas investigaciones en Neurociencia? Estas nos cuentan que al chillar les impedimos asimilar de forma adecuada la información, dañamos su autoestima y les hacemos perder la confianza de sus seres queridos.
Quizá si te paras a pensar en líneas generales, no eres de esas mamás que gritas con facilidad, pero si te pasas el día sermoneando, te sientes como un sargento cada vez que gritas, has podido comprobar como cada vez debes hacerlo más frecuente y sobre todo has observado que ellos utilizan también los gritos como herramienta de comunicación. Recuerda siempre que somos el espejo de estas criaturas que van evolucionando y creciendo, por tanto, así como nos dirijamos a ellos/as o como les acompañemos, ellos/ellas terminaran haciéndolo con nosotras.
Así pues, después de estas líneas tan reflexivas, te cuento 5 razones por la cuáles te invitaría a que dejaras de gritar o qué sin duda, empieces a reflexionar sobre ello.
- Dificultarás el proceso de comunicación. Cuando nosotras levantamos la voz, ellos observan que nosotras no estamos cómodas con la situación y que aquella realidad en ese momento nos está sobrepasando. Por tanto, ellos activan sus mecanismos de defensa y pueden pasar ciertas situaciones: que ellos empiecen a gritar, a acelerarse, a ponerse más nerviosos. Esta nueva situación dónde cada uno de nosotros ha ocupado un rol poco participativo en la comunicación, nos dificultará la conexión, la atención, la escucha y el diálogo. Por ejemplo: son las 8h de la mañana, necesitamos salir de casa para ir al colegio y les decimos varias veces que se pongan los zapatos. Finalmente, acabamos haciéndolo con un grito. Si esta es nuestra estrategia, seguramente nuestro hijo/a se ponga más nervioso/a y tarde más.
- Se activará el miedo. En muchos hogares, cuando hay gritos, las criaturas activan el mecanismo del miedo y del bloqueo. Esta realidad dificulta completamente la comunicación y desvía nuestro mensaje. Los niños y niñas cuando oyen gritos o ven que nos comunicamos de forma agresiva, algunas veces sienten miedo o desconfianza. Esta situación ocasiona una gran dificultad a la hora de comunicarse porque normalmente no se sienten receptivos a una escucha posterior, sino que se sienten bloqueados o solo buscan alejarse de aquella persona.
- El estrés le impedirá escuchar. Los gritos no son agradables para aquellas personas que los reciben, nos generan una situación de malestar, irritabilidad, agobio y muchas ocasiones estrés. Algunos niños no sólo activan el miedo sino también el estrés, este estado también les supone un bloqueo bastante notorio. Al sentirse agobiados o estresados, los niños, niñas o adultos, somos incapaces de prestar atención al mensaje que nos están intentando enviar.
- Los gritos actúan directamente en nuestro cerebro consiguiendo la liberación de dopamina. Esta reacción supone la huida de los niños o niñas, el alejamiento e incluso el esconderse. Este escenario lo he visto muchas veces representado en el parque, cuánto más gritan las mamás, más corren o se esconden los pequeños/as. ¿Te ha pasado a ti también?
- Pensaran que los gritos son un estilo de comunicación, que cuando estamos cansados, nerviosos, malhumorados o necesitamos algo, podemos gritar. Es un aprendizaje que realizaran por imitación. Por tanto, es clave que el ejemplo que nosotros les ofrezcamos sea libre de gritos y fomentemos aquello que queremos ver reflejados en ellos.
¡Seguro que estás en un momento reflexivo, de introspección y que te encantaría lanzarte y empezar a criar sin gritos y desde el amor y los límites! Te invito a que cuides de ti, encuentres momentos de autocuidado y una vez lo hayas conseguido, confía en tus hijos, establece límites coherentes y adaptados a su edad evolutiva (Vamos a pedirles aquello que si nos pueden ofrecer o aquello con lo que sí se pueden comprometer), vamos a bajar a su altura para así poder establecer un contacto ocular, podernos comunicar desde la cercanía nos ayuda a establecer mejores relaciones.
Sandra Luque
Maestra de Educación Infantil formada en Pedagogías activas e innovación educativa.
@educamosdesdelcorazon