A pesar de ser ginecóloga, durante mi primer embarazo me preocupé en formarme en lactancia materna. O eso creía yo. Leí un libro sobre lactancia que la verdad me sirvió bastante de cara a concienciarme, pero que no me sirvió de nada cuando llegó el momento de pasar a la acción. Qué distinto es todo en la soledad de la noche. Cuánta ayuda necesitamos y que poco nos atrevemos a veces a pedirla.
Es por esta razón que decidí formarme más profundamente en lactancia materna y hacerme asesora de lactancia. Porque ninguna mujer tiene porqué pasar por esto sola si es que necesita ayuda.
«la lactancia materna para nosotras no es instintiva. Para ellos sí, es un instinto arraigado»
Lo que más repetía el libro es una frase que me chirría bastante: “la lactancia materna no debe doler”. Por todas partes. Lo tenía hasta subrayado. Y si algo iba mal, era cuestión de mal agarre seguro.
Que simple. Sobre todo cuando no sabes bien cómo se debe de agarrar o que debes de hacer para que se agarre bien. Porque cuando te imaginas amamantando te parece que todo saldrá solo y que la naturaleza será maravillosa. Y muchas veces pasa y todo va sobre ruedas.
Pero a veces te sientes torpe, insegura, frustrada y no sabes cómo meterle el pecho en la boca al bebé. Y es que la lactancia materna para nosotras no es instintiva. Para ellos sí, es un instinto arraigado, y si no hacemos nada se van a enganchar seguro. Pero para nosotras no. Hemos dejado de ver a nuestro alrededor a una tribu entera amamantando. Y eso hace mella.
“La lactancia materna no debe doler, pero a veces duele. Y mucho”
Volviendo al dolor, yo modificaría la frase: “La lactancia materna no debe doler, pero a veces duele. Y mucho”. Esta coletilla es esencial. Porque no te pilla de sopetón ese dolor. Ese dolor que te hace recordar las contracciones y te entra la risa, porque no has experimentado dolor semejante.
Porque duele física y emocionalmente. Porque no sólo es el dolor del pezón, es el dolor de que no quieres alimentar a tu hijo porque te duele. Y llega la hora de mamar y no quieres acercártelo o incluso te genera rechazo. Y eso duele. Duele mucho.
Así que partiendo de esta frase modificada, “la lactancia materna no debería doler, pero a veces duele” debemos tener clara una cosa. En cuánto duela es que algo no está yendo bien, y debemos pedir ayuda a cualquier profesional en el que confiemos. Voy a repetir mucho esta frase.
Así, podemos describir dos tipos de dolor en la lactancia:
1. El dolor del inicio de la lactancia, que más que dolor se podría definir cómo irritación. Es una sensación de molestia al inicio de la toma, que va cediendo durante la misma, y que al cabo de una semana ya no molesta. Ese dolor es normal. Es por el aumento de sensibilidad de los pezones y porque pasar a tener colgado a un recién nacido 24/7 en el pecho se nota. Algo puedes o tienes que notar. Y es normal.
2. El dolor que no es normal. Y ante este dolor siempre, repito siempre, hay que pedir ayuda. Y hay que pedir ayuda cuanto antes, porque normalmente no va a mejorar solo, más bien va a empeorar de manera brusca hasta hacerse insoportable. Necesitas ayuda para valorar tu lactancia. Y necesitar ayuda está bien, es aceptar tu condición humana y de mujer puérpera que necesita ayuda y apoyo. Y eso te honra. A continuación paso a describir las principales causas de dolor. Digo principales, porque hay muchas y variadas y no tocaré todas y digo describir porque no me voy a explayar en ninguna ya que trato de hacer un artículo ameno, no un compendio de lactancia materna. Si alguna está interesada en que profundice más en algún tema, hacédnoslo saber y escribiré un artículo del tema en concreto.
Entre el dolor que no es normal podemos encontrar las siguientes causas:
- Mal agarre, mala posición o mala postura: Hay un altísimo porcentaje de dolor que es debido a alguna de estas tres opciones. Un mal agarre es debido a que el bebe no está mamando correctamente y aprieta el pezón contra su paladar duro. Esto conlleva inexorablemente a las temidas grietas. Es de vital importancia que un experto valore la toma y te aconseje para evitar que el traumatismo siga manteniéndose en el tiempo. Una vez aparecida la grieta lo único que puede curarla es mejorar el agarre y el tiempo. Las heridas necesitan tiempo para curarse. Lo mejor es que se sequen al aire, es decir, pechos al descubierto todo el rato. No existe ningún ungüento o crema comercial que haya demostrado mejorar el dolor. Pero si a ti te alivia, adelante. En principio interfieren en la cicatrización de la herida que, como hemos comentado, debe estar seca (no húmeda ni pastosa). Pero si tu notas alivio y te calman adelante.
- Mastisis: La mastisis durante la lactancia es una infección de la mama y es realmente dolorosa. Se caracteriza por fiebre, dolor, enrojecimiento y sensación de bulto en la mama. Es importante consultar cuanto antes a un profesional para iniciar tratamiento de manera precoz y evitar el absceso. Un absceso es una complicación dolorosa que consiste en una acumulación de pus, que se encapsula y al cual el antibiótico no llega de manera adecuada por lo que suele ser necesario drenarlo en quirófano o con una aguja guiada con un ecógrafo.
- Síndrome de Raynaud de la mama: Se caracteriza por una isquemia transitoria que hace que el pezón se vuelva blanco y pase a morado unos minutos después. Suele aparecer después de las tomas, con el frío o con estrés emocional, y mejora con el calor. La causa más frecuente es un mal agarre producido por una anquiloglosia, que ejerce demasiada presión contra el paladar duro. Siempre es necesario que un profesional valore esta posibilidad cuando aparece un síndrome de Raynaud de la mama. En otras ocasiones su etiología es desconocida, y si llega a ser muy molesto puede tratarse con vasodilatadores usados para tratar la hipertensión. Siempre bajo prescripción médica.
- Anquiloglosia: o frenillo lingual corto. Cabe descatacar que no todos los bebes que tienen frenillo van a tener un mal agarre. Hay algunos que pueden salvar las dificultades que el frenillo les presenta y realizar un correcto agarre y una correcta succión. Pero en la mayoría de los casos esto no es así. Sospechamos una anquiloglosia ante un recién nacido que hace tomas interminables (todos lo hacen, pero estos más), pueden tener escasa ganancia ponderal (debido a la mala transferencia de leche), y debido a esto las heces puede ser verdosas y espumosas (por el alto contenido en lactosa). En la madre podemos encontrar los polos opuestos: bien una sensación de hipogalactia (escasa producción de leche) o bien mamas completamente ingurgitadas y al borde de la mastitis debido al exceso de estímulo pero a la succión ineficaz. Podemos encontrar grietas y dolor o podemos encontrar madres que no notan absolutamente nada. Si sospechamos que nuestro bebe tiene una anquiloglosia debe ser valorado por un profesional que decidirá si es necesaria la cirugía (frenectomía) o no.
- Perlas de leche: Salen por la obstrucción de conductos galactóforos o por algún traumatismo (como un tirón de tu bebe con la boca cerrada) y se identifican con pequeñas formas redondeadas en el pezón que duelen sobre todo después de la toma. Se recomienda no hacer nada. Calor local inmediatamente antes de la toma y esperar 5-7 días que se resolverá sola. Si está pensando en pincharla, es mejor que acudas a un profesional y lo haga en condiciones de asepsia ya que puede infectarse.
Como he dicho previamente sólo describo algunas de las causas más frecuentes de dolor. Pero hay más. Y hay veces (pocas, muy pocas) que no encontramos la causa. Que hay mujeres que tienen dolor en forma de pinchazos inespecíficos y que no encontramos causa a pesar de cultivos de leche, tratamiento con antiinflamatorios, ciclos de antibióticos o probioticos. Y nada funciona.
Lo que está claro es que alimentar a tu hijo no debería dolerte, ni física ni emocionalmente, pero a veces lo hace. Y debes buscar ayuda, apoyo, atención y cuidarte. Porque no estás sola en esta montaña rusa emocional llamada puerperio.
Dra. Isabel Rodríguez-Piñero Cebrián
Ginecóloga de la Unidad de la Mujer del Ruber Internacional
Ginecóloga del Hospital Clínico San Carlos de Madrid