Estas semanas hemos añadido a nuestras cenas diarias una silla que nos ha hecho replantearnos la rutina que tenemos en casa a la hora de comer.
Muchas veces, tengo que reconocer, que nos ganan las prisas y la conveniencia de tener una silla alta con su propia bandeja para que mi hijo pueda comer mientras recojo o aprovecho para hacer otras cosas. Lo que no sabía es que el simple cambio de una silla iba a tener un impacto más grande en la vida de mis hijos que leerles un cuento todas las noches.
La silla Tripp Trapp de Stokke es una silla que está diseñada con un claro mensaje de vida familiar. Se adapta perfectamente a la mesa y permite al niño comer integrado totalmente en la dinámica a la hora de comer. Además, se ajusta a su tamaño según va creciendo para tener buen apoyo de brazos y pies y, muy importante, fomenta la autonomía de los niños. La puedes utilizar desde recién nacido hasta la edad adulta.
Me hubiera encantado haber tenido esta silla con mi hija mayor, no sólo porque la silla en sí es una maravilla de cómoda y práctica, sino porque con ella nos hemos dado cuenta de la importancia que realmente tiene sentarnos juntos a comer.
Nuestro planteamiento ahora es totalmente diferente al que teníamos. Antes le daba de comer en la silla mientras mi marido terminaba de poner la mesa para comer los dos tranquilos, Ahora hemos cambiado nuestros hábitos incluso a la hora de merendar – sentando a los niños a la vez y en la misma mesa – una diferencia que parece pequeña pero realmente ha sido un cambio enorme en casa. Los niños aprenden por imitación y durante la comida aprovechamos para contarnos como nos ha ido el día y conectar.
Tener la Tripp Trapp nos ha ayudado muchísimo a cambiar estos hábitos y crear un momento en familia – que no será perfecto siempre y no hará que se coma el brócoli de forma mágica – pero sí ha sido clave para que mi hijo esté realmente integrado y nosotros podamos estar más relajados comiendo compartiendo nuestra comida y nuestro tiempo.
Según un estudio realizado por Harvard Ed School, los almuerzos y las cenas en familia pueden tener un impacto más importante en el desarrollo del lenguaje de nuestros hijos que leer. Otros estudios muestran que los niños que comen en la mesa y en familia con un ambiente relajado, comen más verduras y frutas.
Igual el truco no está sólo en enseñarles lo que estamos comiendo o crear menús sacados de Pinterest, pasando la cena deseando que se terminen el puré o temiendo la batalla para que pruebe la zanahoria. Igual el truco está en volver a conectar durante la cena y centrarnos más en el ambiente que creamos a la hora de comer, y eso es lo que nos ha dado Tripp Trapp de Stokke.