Hoy pensaba lo importante que es la salud emocional. Cómo nos puede condicionar tanto el bienestar propio y el de nuestros seres queridos para sentirnos felices.
Supongo que hay personas que son capaces de gestionar sus sentimientos de forma innata, pero me atrevería a decir que la mayoría pasa por un proceso de aprendizaje.
Qué importante darle valor a las emociones que puedan manifestar nuestros hijos. No sólo alegría, emoción o sorpresa que sin duda son las más fáciles. Sienten frustración, tristeza, decepción, miedo y a menudo lo manifiestan con un mal comportamiento, una negativa, negación al alimento… y no, no siempre es porque tengan sueño.
Es importante darle valor a esos mensajes que nos transmiten constantemente y aprender juntos a identificar esos sentimientos que puedan notar en diferentes situaciones, para poder manejarlos, aceptarlos y desde luego tener una vida emocionalmente más saludable.

Los niños son esponjas, aprenden lo que ven. Por eso qué importante detenerse en aprender nuestra propia gestión emocional para poder ayudarles.
Guiarles en entender que eso que sienten quizá es tristeza porque le hubiera gustado que su primo se quedara unos días más con él, o quizá se sienta frustrado porque quería montar en bici pero no se puede salir a la calle porque llueve. Acepta sus emociones, descríbelas y explícale el porqué de ese sentimiento y enséñale el lado bueno de esa determinada situación.
Propon alternativas aunque ellos crean que están ante un callejón sin salida, quizá podemos hacer un dibujo para tu primo y se lo enseñamos el proximo día, ¿por qué no montamos un baile aprovechando que llueve y mañana se lo enseñamos a tus amigos? y a partir de los 4 años no le busques tu la solución, deja que ellos la encuentren, ¿que te apetece hacer en casa aprovechando que llueve?
Dótale de herramientas para que logre una expresión apropiada y acorde a la situación poniendo límites sobre lo que puede y no puede hacer, la importancia de respetar a los demás para que aprenda a escuchar y a entender a sus amigos, a sus vecinos, a sus familiares y finalmente a cualquier persona que se cruce en su camino.
No les subestimes, nunca son demasiado pequeños para aprender…